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CONCURSO DE RELATOS DE TERROR Y MISTERIO

CONVOCATORIA DE RELATOS DE TERROR Y MISTERIO DEL DÍA DE LOS MUERTOS

el relato ganador es…………. EL ZAPATO

EL ZAPATO                                         Por Camilo Solier Palacios (4ºB)

Una familia formada por dos pequeños y sus padres, viajaban por carretera, hacia Alicante, cuando el coche se les averió. Los padres salieron a buscar ayuda y para que los niños no se aburrieran, les dejaron con la radio encendida.

Cayó la noche y los padres seguían sin volver, cuando escucharon una inquietante noticia en la radio: un asesino, muy peligroso se había escapado de un centro penitenciario cercano a Villena, y pedían que se extremaran las precauciones.

Las horas pasaban y los padres de los niños no regresaban. Guillermo el mayor de los hermanos sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo, se giró lentamente hacia su hermano Dani, de 5 años, que lo miraba expectante y con los ojos vidriosos. Guillermo intentó tranquilizar a su hermano una vez más,  deseando que el pequeño no hubiese entendió la noticia que acababan de dar por radio. El hermano mayor pasó suavemente su mano por el cabello acaracolado de Daniel y le dijo:

-Dani, seguro que ya tardan poco en venir, es que la gasolinera estaba muy lejos y los papás han tenido que ir andando hasta allí.

En ese momento, el menor de los dos hermanos respondió:

-Sí, lo sé, me dijiste antes, pero ¿y si se encuentran con el hombre malo?

Guillermo le dijo a su hermano que estuviese tranquilo, el hombre malo estaba lejos de allí.

De pronto comenzó un pequeño tintineo de gotas de lluvia sobre la estructura del coche, al principio se escuchaba muy suave, pero pronto las gotas aumentaron su tamaño y comenzaron a  caer más fuerte. 

En ese instante un resplandor iluminó el oscuro cielo, Guillermo pudo ver la trayectoria del rayo,

 que cruzó el cielo seguido de un ensordecedor trueno, que pilló a Dani por sorpresa y lo asustó. El pequeño comenzó a llorar, le asustaban mucho las tormentas, Guillermo abrazó a su hermano, intentado calmarlo, el pequeño, tras un rato de llanto, se quedó dormido.

Un fuerte viento acompañaba a la recién iniciada tormenta, las ramas de los árboles se movían provocando un macabro juego de sombras chinas alrededor del coche.

Guillermo estaba muy asustado. Miró una vez más el reloj, había pasado más de una hora, no se veían luces cerca ni tampoco había indicios de civilización, no había pasado ningún coche desde que se marcharon sus padres. Estaba muy nervioso, en el silencio de aquel lugar no sólo podía escuchar su propia respiración sino también los latidos de su corazón; decidió quitarle volumen a la radio para no despertar a Daniel, que al fin se había dormido, y de ese modo no le hacía preguntas que no sabía responder; ya tenía bastante  él con sus propios pensamientos, pues recordaba perfectamente que la gasolinera a la que habían ido sus padres en busca de ayuda, estaba justo en un desvío, que pudo y leer y que recordaba perfectamente, ponía: “Penitenciario de Villena”. Eso estaba a menos de un kilómetro de donde se encontraban ellos en el coche, o eso dijo su padre antes de marcharse.

Con el ruido del agua de la lluvia comenzó a tener unas necesidades enormes de orinar; intentó aguantar las ganas por todos los medios, hizo uso de todas las técnicas que conocía para aguantar en clase, peo aquello no le sirvió para nada, tenía que evacuar como fuera.

Por suerte la tormenta había amainado. Haciendo acopio de todo su valor, llegó el momento de quitar el seguro de la puerta del coche, miró una vez más de reojo a su hermano Dani, que seguía dormido plácidamente. Pulsó el maniquete de la puerta del coche, en ese momento, escuchó el clic del seguro, que retumbó en sus oídos como una sentencia de muerte; abrió la puerta, sacó un pie, luego el otro, se puso en pie y se alejó un par de metros del coche. Mientras orinaba escuchó unos pasos que le hicieron volver rápidamente al vehículo, miró hacia atrás, pero Dani no estaba; lo buscó por todas partes, lo llamó y al no encontrarlo, reunió todo su valor y salió nuevamente afuera.

Andando por la cuneta encontró un zapato pequeño, como el que llevaba su hermano, y unos metros más adelante había un bulto en el asfalto, en medio de la carretera, parecía un animal, al acercarse, vio que se trataba del chaquetón que llevaba su madre; estaba cubierto de sangre.

Muerto de miedo, continuó andando y llegó hasta la gasolinera donde encontró el  mostrador lleno de sangre. Gritó pero no salió nadie a su encuentro. Intentó buscar un teléfono, pero el de la gasolinera no tenía línea, continuó buscando por los alrededores por si alguien lo escuchaba, y en ese momento encontró el abrigo de su padre en los aseos de caballeros, tirado en el suelo; también estaba cubierto de sangre y muy mojado. Se imaginó a su padre caminando y luchando por su vida bajo la tremenda tormenta que acababa de pasar, un nudo le apretó la garganta.  Buscó en los bolsillos y encontró el teléfono de su padre, marcó el 112 pidiendo auxilio, en ese momento sintió como alguien se acercaba por detrás, lo rodeaba con sus manos y comenzaba a apretarle el cuello. Guillermo intentaba zafarse de su agresor, pero era imposible, le triplicaba en tamaño y en fuerza, el chico sintió como todo se oscurecía a su alrededor y todo terminaba. Cayó desplomado al suelo, inconsciente.

Cuando despertó estaba dentro de la ambulancia, había llegado la policía, comenzaron a bombardearle con preguntas que él sabía, o más bien no podía, responder, pues no sabía qué había ocurrido realmente.

La policía jamás encontró los cuerpos de sus padres, ni del dependiente de la gasolinera, tampoco el de su hermano pequeño. Guillermo fue siempre el principal sospechoso, pero no tenían pruebas. El chico desde entonces sigue buscando una explicación a lo ocurrido, vaga por los alrededores, jamás se pudo marchar de allí, atormentado; aún no entendía lo que había pasado ni donde estaba su familia. Cuentan que las noches de tormenta en aquella carretera, se han encontrado a un niño pequeño, con un solo zapato.

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Written by Soledad

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